Helen Keller nació en Alabama el 27 de junio de 1880 y falleció en Connecticut un 1º de junio de 1968. A los pocos meses de haber nacido, Helen enfermó de meningitis y perdió totalmente la visión y la audición; por lo que comunicarse se convirtió en una tarea sumamente difícil, incluso durante muchos años no pudo controlar su temperamento. Los niños y niñas aprenden a regularse a sí mismos gracias al contacto con los otros y al ambiente que los contiene.

Cuando Helen estaba por cumplir 7 años de edad, sus padres comenzaron a buscar a alguien que pudiera auxiliarlos, por lo que se acercaron al Instituto Perkins para Ciegos; ahí es donde encontraron la ayuda de Anne Sullivan, quien acompañó y educó a Helen hasta 1936. Anne, fue la primera en enseñarle el lenguaje para sordomudos, este hecho le cambió la vida a Helen, puesto que pudo comenzar a comunicarse con su entorno.

“El día más importante que recuerdo en toda mi vida es el día que conocí a mi maestra, Anne Mansfield Sullivan. Me maravillo al pensar en los inconmensurables contrastes que había entre las dos vidas que reunió ese encuentro. Era el 3 de marzo de 1887, tres meses antes de que yo cumpliera los siete años”.

Para que Helen aprendiera a leer y escribir, Anne, le enseñó el alfabeto manual táctil. Además consiguió un tablero especialmente diseñado, acanalado de modo que un lápiz podía formar las letras. Más adelante le enseñó el sistema Braille, hasta que finalmente Helen sabía utilizar máquinas de escribir.

Helen continuó estudiando en distintas escuelas de educación especial, poco a poco logró  dominar el habla, la lectura y la escritura, por lo que pronto comenzó a capacitarse para estudiar en la universidad. En 1900 ingresó a Radcliffe College y se graduó con honores. Es la primer persona que sin poder escuchar ni ver que obtiene un grado universitario.

Posteriormente, Helen escribió muchos artículos y más de una docena de libros, se convirtió en una figura importante al ser activista y filántropa; promovió los derechos de los trabajadores, la equidad de género, reunió recursos para la Fundación Americana de Ciegos,  luchó por los derechos de personas con discapacidad, entre muchas otras causas. Pero el más admirable de sus logros es que logró sobreponerse a sí misma sin antes rendirse.

«Mantén tu rostro al sol y así no verás las sombras”.

-Helen Keller